Borgoña, síntesis de refinamiento y buen vivir

Poco visitada por el público en general, esta región francesa posee obras de arte singulares y una naturaleza abierta a la práctica de atractivos paseos y actividades deportivas, sin olvidar la importancia de su vino. Es el paraíso del buen vivir y la gastronomía.

Borgoña, síntesis de refinamiento y buen vivir

Durante su mayor esplendor el territorio del Ducado de Borgoña (independiente entre 880 y 1482) ocupaba desde el río Rin al océano Atlántico y desde las montañas del Jura en la zona septentrional de los Alpes hasta la actual provincia de Frisia en los Países Bajos y suponía una amenaza para el mismo rey de Francia. Su poder favoreció escuelas de pintura y escultura de gran influencia sobre el resto de Europa. Las rígidas normas del protocolo borgoñón, fastuoso y riguroso, influyeron poderosamente en la corte de Felipe II a través del Gran Duque de Alba y aun son reconocibles en el protocolo de la corona de España actual.

Su capital, Dijon, es buena muestra de su cultura que se percibe a través de su arquitectura, Del palacio ducal solo quedan algunos restos, pero los templos de la ciudad y muy especialmente la catedral de San Benigno o la Capilla ducal dan prueba de su importancia. La iglesia gótica de Nuestra Señora (siglo XIII), de curiosa fachada y vitrales de gran calidad, conserva una enigmática antigua virgen negra románica, muy venerada bajo la advocación de Nuestra Señora de la Buena Esperanza. No existe unanimidad sobre el origen de las llamadas vírgenes negras; muchos estudiosos las relacionan con las antiguas diosas de la fertilidad y otros se decantan por relacionarlas con las hadas celtas. Cabe destacar el famoso reloj instalado en uno de sus campanarios y recibe el nombre de Jacquemart por uno de sus autómatas del siglo XIV.

De gran importancia en su momento fueron las abadías que propiciaron la conformación de núcleos urbanos. Uno de los grandes movimientos espirituales del primer milenio se fraguó en Cluny donde surgió la reforma benedictina. Fue desmantelada durante la Revolución Francesa a pesar de que en su momento se erigiera en el templo más importante de la Cristiandad. En la actualidad, lamentablemente, sólo quedan los restos de una nave lateral y su espléndida torre octogonal.

Hay que destacar el parque de Morvan, entre Autun y Never, muy cuidado y favorito de los caminantes por su cuidados senderos. Gran atractivo suponen los canales de Nivernais y Bargoña que surcan el territorio. Este último une la cuenca de los ríos Sena y Ródano por medio de 189 esclusas a lo largo de sus 242 kilómetros. La idea de comunicar el Mediterráneo con el Atlántico para facilitar la navegación comercial proviene del reinado de Francisco I en el siglo XVI- Las primeras inversiones datan de 1696; las obras se iniciaron en 1775 y se completaron en 1882. Ahora está dedicado al ocio y al turismo. Como curiosidad, la región se puede sobrevolar en globo.


 

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